LA HORA DEL DESARROLLO REGENERATIVO
“Hay que empezar a pensar qué podemos hacer no para sostener el planeta, sino para regenerarlo”. Esta es la afirmación que realiza Herbert Girardet, co-fundador del World Future Council, una fundación formada por 50 personalidades que asesora sobre las políticas futuras a adoptar. Para él, el término crecimiento sostenible choca con el concepto de Gaia y con los límites de regeneración del planeta.
La definición de desarrollo sostenible aceptada por la gran mayoría de la Comunidad Científica es la que afirma que es “aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometer las capacidades de las generaciones futuras para satisfacer las suyas” (Informe Brundtland, 1987). Pero ahora hay un problema, tenemos poco que “sostener”, ya que gran parte del entorno ambiental ha sido destruido fruto de un crecimiento exorbitado. Por tanto, es necesario regenerar lo que hemos deteriorado, y es ahí donde nace el concepto sustitutivo del desarrollo sostenible, el “desarrollo regenerativo”.
Se trata de un cambio en la forma de pensar y actuar, se trata de REGENERAR. El desarrollo regenerativo hace especial hincapié en la remodelación de las ciudades, puesto que en ellas se concentra gran parte de la población y es allí donde las acciones serán realmente efectivas. Dichas acciones se centran en tres ámbitos fundamentales:
- Alimentación - Energía - Transporte
En cuanto a la alimentación, se propone implicar a la ciudadanía en el proceso de producción. Actualmente en los países desarrollados existe una clara desconexión entre la ciudadanía que habita en los centros urbanos respecto al entorno agrícola que rodea a las mismas. En muchos casos, los productos agrícolas provienen de lugares bastante alejados de estos centros urbanos, y si a este hecho se le une la creciente escasez de alimentos es necesario comenzar a pensar en la implantación (o reimplantación) de la agricultura en las áreas urbanas o peri-urbanas. Esto se hace especialmente necesario en épocas de crisis (guerras, recesión económica…) como la que estamos sufriendo en este momento.
Uno de los grandes problemas que pueden surgir a la hora de implantar la agricultura urbana es el de la falta de espacio urbano. Sin embargo, si se aplica el concepto de regeneración, se pueden aprovechar los espacios degradados de muchas zonas urbanas y peri-urbanas (minas agotadas, zonas industriales abandonadas…) para implantarla. Esta propuesta no se trata de una opción meramente teórica, sino que ya está siendo implantada en ciudades como Nueva York o Detroit, además de muchas ciudades alemanas y otras pertenecientes al Reino Unido.
Pero no solo se está implantando en los países más desarrollados, sino que ya muchas ciudades chinas lo están llevando a cabo con la finalidad de lograr ser autosuficientes. Un caso que merece la pena mencionar es el de la capital de Tanzania, Dar es Salaam. Se trata de una ciudad muy espaciosa, pero en la que muchos terrenos no son urbanizables debido al alto riesgo de inundación, por lo que dichos terrenos están siendo utilizados para el uso agrícola.
Además, hay que tener en cuenta que los beneficios de la implantación de la agricultura urbana no son solo alimenticios, sino que también ayudan a mejorar el paisaje urbano, prevenir la erosión del terreno y disminuir la contaminación atmosférica.
Hay que resaltar que la producción agrícola urbana no sólo se restringe a grandes extensiones, sino que también es posible a nivel de barrio, comunidad o individuo. Existen muchas técnicas para ello (plantación en terrazas, uso de aguas pluviales, aprovechamiento de los desechos orgánicos…). De hecho, es a este nivel donde es más factible poner en práctica la agricultura urbana, y donde los resultados son más visibles e inmediatos.
En referencia a la energía, es absolutamente necesario que se reduzca el consumo de energía en las ciudades, en palabras del propio Girardet: se trata de “retomar la responsabilidad del uso correcto de la energía”. Aquí entra en juego un concepto muy importante que define a una ciudad eficiente de la que no lo es, el tipo de metabolismo que posee. Se definen dos tipos básicos de metabolismo urbano:
- Metabolismo lineal: las múltiples entradas o “imputs” (agua, energía, alimentos…) son consumidos y los residuos y subproductos de los mismos constituyen las salidas o “outputs”, los cuales son expulsados de la ciudad sin que sus ciudadanos posean ningún conocimiento de dónde terminarán ni qué procesos sufrirán. Se trata de ciudades que se basan en el sobreconsumo y, por tanto, generan un exceso de residuos y contaminantes al medio. - Metabolismo circular: se trata de ciudades en las que los ciudadanos se preocupan por el ciclo de vida de los productos, convirtiendo la mayor parte de los “outputs” en “imputs”. Por tanto, se trata de ciudades basadas en la eficiencia en el consumo de recursos naturales.
En el ámbito del transporte, hay que tener en cuenta que el funcionamiento de las ciudades modernas (especialmente las que siguen el modelo de mega-ciudad americana) se basa en que sus ciudadanos se mueven en vehículos privados debido a que se trata de ciudades dispersas y de gran extensión. Es necesario conseguir que los ciudadanos tengan la posibilidad de moverse en sus ciudades a pie, y fomentar el uso del transporte público. Se trata de fomentar la denominada “ciudad mediterránea”, compacta, densa, diversa y cuyos barrios actúan como centros donde se desarrolla la vida y en los que sus habitantes no tienen que desplazarse al centro de la ciudad de forma constante debido a la falta de servicios y equipamientos. Por tanto, se trata de ciudades de carácter policéntrico.
Obviamente, todas estas propuestas requieren de una reordenación del territorio y, en general, de un cambio en las políticas públicas. Esta es la diferencia básica con el desarrollo sostenible, el cual sólo se centra en el presente y en el futuro y parte de la base de que hay que preservar lo que tenemos. Pero lo que tenemos no es suficiente para proporcionar unas adecuadas condiciones de vida a la población de este Planeta. Por ello, hay que transformar lo que hicimos en el pasado con el fin de que ello sirva para que las generaciones presentes y futuras puedan vivir en un entorno ambiental (y social) adecuado. No hay que olvidar que los problemas ambientales y sociales se encuentran profundamente interrelacionados, por lo que las acciones dirigidas a uno repercutirán necesariamente en el otro.
El desarrollo regenerativo no es, por tanto, un concepto teórico, sino que es eminentemente práctico y en el que la ciudadanía es la parte esencial del proceso. Otra parte fundamental son los científicos, técnicos y poderes públicos, puesto que deben trabajar conjuntamente para elaborar los planes y programas que estructurarán el desarrollo regenerativo en el ámbito local. Y este es otro pilar importante de esta filosofía, el marcado carácter local. Se sigue conservando el ya famoso principio del “piensa global y actúa local”, puesto que solo así se conseguirán acciones eficientes y a la vez coordinadas con las que se lleven a cabo en otros lugares.
Una cuestión de vital importancia a la hora de aplicar todas las ideas comentadas anteriormente es la escala de trabajo, es decir, desde dónde partimos para comenzar a implantar nuestras ideas. Recuperando el concepto de ciudad mediterránea policéntrica mencionado anteriormente, se puede deducir que los barrios son eje vertebrador. Se trata de los eco-barrios. Este hecho se fundamenta en dos pilares básicos:
1. La concepción de la ciudad como un conjunto de piezas autónomas y, a la vez, interconectadas. 2. La idea de la regeneración ecológica de la ciudad como marco fundamental de actuación.
Por tanto, si hay que mencionar unos rasgos característicos de los eco-barrios, serían los tres siguientes:
- Densidad. Se trata de espacios densos, pero intermedios entre las viviendas unifamiliares y las torres de los centros urbanos. - Mezcla de usos: vivienda, social, agrícola, prestación de servicios… - Predominio del transporte público, ciclista y peatonal sobre la movilidad basada exclusivamente sobre el vehículo privado.
Estos tres rasgos interrelacionan entre sí, dando como resultado distintas sinergias:
- Mayores oportunidades de contacto ente los habitantes del barrio, fomentando así la creación de un tejido social organizado. - Uso más eficiente de los recursos materiales y energéticos debido a la concentración de la población. - Mayor facilidad para el acceso a las dotaciones, equipamientos y centros de trabajo (espacio multifuncional), generando así menores necesidades de desplazamiento.
El concepto de eco-barrio no es nuevo, pero lo que sí resulta una novedad es enfocarlo desde el punto de vista de la regeneración en vez de hacerlo desde la sostenibilidad. No se trata de un mero tecnicismo o conflicto terminológico. Hasta ahora nos hemos escudado en el término “sostenibilidad” y “desarrollo sostenible” para continuar urbanizando y extendiendo cada vez más nuestras ciudades, en muchos casos bajo el nombre de “urbanizaciones sostenibles”. Es ahora, en tiempos de crisis, cuando los recursos económicos no son suficientes para continuar con este modelo, para cambiar definitivamente el modo de crecimiento de las ciudades y pasar de un crecimiento hacia el exterior a un crecimiento hacia el interior y así reformar, renovar y rehabilitar lo ya existente. No se trata de desterrar el desarrollo sostenible, sino sustituirlo temporalmente hasta lograr regenerar el entorno hasta niveles en los cuáles ya tenga sentido el desarrollo sostenible, es decir, que lo que se posea realmente pueda satisfacer las necesidades de las generaciones futuras. Una vez conseguido esto, el desarrollo regenerativo no debería desaparecer, sino que debe considerarse siempre como una prioridad, sea cual sea la situación en la que nos encontremos.
Por tanto, las entidades que actúan a nivel de barrio (asociaciones, comunidades de vecinos, grupos de acción) son las que realmente tienen en sus manos la aplicación de esta filosofía. La coordinación entre los distintos barrios es una condición necesaria para que esto pueda llevarse a cabo, pero no es suficiente. Es necesario de la implantación de planes y programas de educación ambiental y social, planes de acción a nivel de barrio y actuaciones conjuntas con el gobierno de la ciudad.
Un ejemplo de cómo las ciudades intentan dar a conocer este concepto es el de Ciudad de México, la cual constituye el modelo de ciudad en la que es imprescindible implantar el desarrollo regenerativo. A continuación, se muestra un vídeo que promociona un taller destinado a esta temática.
Autor: José Luis Vicente Vicente